jueves, 8 de agosto de 2013

Y ASI CUMPLI MI SUEÑO.



Apenas faltaban unos minutos para el inicio. Apenas faltaban unos minutos para que cumpliese, al fin, mi sueño. Pero, también faltaban apenas unos minutos para desvelar mi gran secreto, aquel que llevaba años guardando. Mi verdadera identidad.
Mientras me preparaba para la firma de mi nuevo libro publicado pensé en que nunca hubiera imaginado así. Me alegré de no haberme rendido nunca, pese a que nadie me apoyó. Todos creían que aquello no tenía futuro, que tenía que dedicarme a otra cosa si quería comer todos los días. Recordé las noches de invierno escribiendo cerca de la estufa, y los atardeceres de verano perdida en algún prado.

Recordé todo esos momentos y sonreí.

Pero entonces, la brisa que entraba por la ventana me devolvió a la realidad. Alguien vociferó mi nombre y yo salí de la habitación dispuesta a enfrentarme a mi sueño.
Sabía que no iba a haber nadie allí, ni mis padres, ni mis hermanos, quizás algún amigo, con algo de suerte.

Así que cuando alcé la vista y vi a toda mi familia con una sonrisa orgullosa en el rostro las lágrimas fueron mi evidente respuesta. Ignoré mis crecientes ganas de correr a darles un abrazo, un abrazo de esos que dicen más que mil palabras, al ver a la cantidad de gente que estaba sentada allí. Toda esa gente que había venido a escucharme y que yo no conocía de nada.

Una chica morena, delgada y con el pelo recogido en un moño, de unos 40 años, me presentó. Y todo fueron aplausos mientas yo me aclaraba la garganta y decidía por donde empezar.
Me sequé las lágrimas y procedí:

-Llevo varias semanas dándole vueltas a este discurso, intentando que sonara diferente a los demás. Pensé que sería fácil hacerlo, pero miradme, aún no lo he conseguido. No quiero contaros las típicas cosas que ya sabéis. Porque está claro que ninguna de esas chicas tímidas y lectoras voraces que hay sentadas en la última fila me creerían si les digo que dentro de un año su libro será publicado. Nadie es capaz de creerse algo así, y menos yo. Me gustaría decir que mi familia y mis amigos siempre me apoyaron, ¿pero, para qué mentiros? Eso no fue así. Mi libro fue el fruto de la inocencia, la incomprensión, el amor y...sobretodo el dolor. Sí, el dolor. No hace falta darle muchas vueltas al argumento para saber que no es la típica historia feliz, sino al contrario o al menos eso intenté crear yo.

Toda la sala estaba absorta en mi monólogo y yo, como queriendo quitar hierro al asunto, agregué:
-Y ahora, podéis hacerme las preguntas que queráis.
La primera mano en levantarse, lo hizo con seguridad, ágil y fuerte. Era la mano de mi madre. Yo intenté disimular la sorpresa y con una de mis mejores sonrisas le cedí el turno para preguntar:
-¿Qué crees que hubiera pasado sí tu familia te hubiera apoyado?
-Ante todo, yo hubiera sido más feliz. Puede que la historia hubiera sido más alegre y ñoña, que no hubiera gustado tanto pero yo hubiera sido feliz, y eso es lo importante. Ser feliz.
Mi madre no agregó nada más y me dirigió una mirada de conciliación que yo esquivé rápidamente.
Después de esa pregunta siguieron muchas más, de esas tan típicas que siempre se hacen: ¿Te sientes identificada con algún personaje?¿En qué te inspiraste?¿Por qué empezaste a escribir?¿Cuándo empezaste a escribir?

Y solo una me llamó la atención.
-¿Eres feliz?-me dijo con determinación una escuálida chica de unos 16 años, de ojos azules, tez pálida y melena rubia. No resaltaba por su belleza, sino por su mirada segura.
-No siempre cumplir un sueño significa ser feliz.-le contesté yo, evitando un poco la pregunta.
-¿Y qué sientes al haber cumplido tu sueño, entonces?-preguntó ella insistente.
-Simplemente, me siento un poco menos infeliz.-le dije yo con una media sonrisa.

1 comentario: